miércoles, 23 de abril de 2014

Llover uno.

Y acá cuando llueve es siempre lo mismo. Gotean recuerdos, se inunda lo que falta y se llena la memoria del agua que arrasa al olvido.
Uno vive corriendo en busca de un techo que ayude a no empaparse de repeticiones y anda a los saltos ignorando los charquitos de las ganas.
¿Y cuántas veces se aguarda en cualquier esquina que pase el viento de un momento para así poder añorarlo en algún desvelo?
La lluvia insiste en decir lo que no está, mojados los zapatos de lo no dicho.


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