martes, 24 de septiembre de 2013

Anecdotario

Nunca es fácil hacer mea culpa cuando la sombra de alguna pérdida asoma por la ventana justo en ese momento en que se busca la concentración necesaria para terminar el libro aquel que tanto gusto dá.
No es un acto voluntario hablarle a una ausencia cuando se espera en la cocina que el agua del mate esté lista.
¿Cómo va a querer Esteban que las últimas palabras de María antes de fletarlo lo toreen justo en el momento de pedir pizza?
Nunca le creyeron los amigos del barrio a Martin cuando decía que veía a Julieta hasta en la sopa.
Nadie le enseñó a respirar a Pedro cuando Vanina le dijo que necesitaba algo de aire.
Y así se van amores, como vientos ya sin fuerza.
Pequeño anecdotario de soledades.
Por más que se lo repitan una y otra vez, Fabricio no va a dejar de creer que los pasos apurados de tacos en el pasillo son los de Sofía.
Augusto y las canciones que no pudo volver a escuchar sin desarmarse en su imaginación de tanto intentar abrazar a Violeta.
Y Bruno, que daría cualquier cosa por tener a su lado a Bárbara y pedirle por favor que se apure, que llegan tarde, que los tíos, que sabés como son con los horarios.
Desgastante es la cábala de Lucas, que insiste en creer que de tanto pensar en Romina, el día menos pensado vuelve a su lado.
Y así se intenta andar, despidiendo amores, trasnochando errores, ignorando yapas.