lunes, 28 de abril de 2014

Fa menor.

Busco el sonido donde empuja el alma.
La noche se aprende.
Cruzar a Erdosain en algún vagón
de tren hacia el Oeste, y en cada
alejarse, el mismo silencio.
Un Fa menor que nunca queda bien.
La desesperación no entiende de esperas bajo el sol.

miércoles, 23 de abril de 2014

Llover uno.

Y acá cuando llueve es siempre lo mismo. Gotean recuerdos, se inunda lo que falta y se llena la memoria del agua que arrasa al olvido.
Uno vive corriendo en busca de un techo que ayude a no empaparse de repeticiones y anda a los saltos ignorando los charquitos de las ganas.
¿Y cuántas veces se aguarda en cualquier esquina que pase el viento de un momento para así poder añorarlo en algún desvelo?
La lluvia insiste en decir lo que no está, mojados los zapatos de lo no dicho.


viernes, 18 de abril de 2014

Pequeño monólogo a modo observación sobre los días que se van.

-Y pensar que hay gente que duerme de noche, ¿me podés creer?
Justo en ese momento en el que el alma empieza a desperezarse resulta que uno tiene que descansar porque en unas horas suena la alarma que nos mantiene cautivos.
A estas veredas no les queda bien el sol, que querés que te diga, si, ya sé, muy linda la tarde soleada, la morocha de allá enfrente y demás, pero acá faltan los otros, los que no saben donde van.
Con el sol de buchón se llega a cualquier lado, las horas pasan correctas, las tardes se dejan apilar.
Los recuerdos visten la ropa de la noche.
Miralos, llevan sus vidas a cuestas, repetidos a montones ¿ves que idénticos son?
Se perfuman y todo, se esconden entre abrigos y van, otra vez lo mismo.
Lo curioso es que en su interior solo esperan que el día se vaya y así volver a empezar.
La noche prefiere encontrarnos en un poema, en un texto a corregir, en una canción a terminar, en aquellos discos entre copas, en los pasos perdidos al atravesar los pasillos de una ausencia.